
Ningún presidente ecuatoriano hasta la fecha ha llegado a la primera magistratura con la formación pública e internacional de Rocafuerte. Por extracción de clase, por riqueza, por educación y por la fuerza del Destino fue un ser privilegiado. Su mérito radica en haber puesto este caudal al servicio de lo público: primero de Guayaquil, más tarde de Hispanoamérica y finalmente de Ecuador. En efecto, pertenecía a los notables del Puerto (Rocafuerte, Rodríguez, Bejarano, Lavayen). Heredó latifundios. Estudió en los colegios de nobles de Madrid y de Paris, donde trató a Carlos Montúfar, uno de los protagonistas de la independencia quiteña, y a Bolívar. A los 24 años de edad regresó a Guayaquil. Fue apresado en 1809, pues su tío el coronel Jacinto Bejarano se carteaba con los patriotas quiteños de agosto. Sirvió a la ciudad como alcalde ordinario, y Guayaquil lo eligió su representante ante las cortes de Cádiz.
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